Esta semana se viene disputando en Madrid el Masters Series de Tenis, donde están participando las mejores raquetas del mundo: Nadal, Federer, Djokovic, Murray... Hoy se juegan las 'semis', y ahi está Nadal, despues de haber ganado ayer, lesionado, a Feliciano Lopez.
Da igual que le duela el hombro o que tenga un pinchazo en los abductores de una de sus piernas. Juega, y cómo juega. Su afan de superarse y de gustar a su publico no tiene fronteras. Lo hace por amor al deporte, por amor a su persona, a su familia, que tanto le ha ayudado para llegar donde está, en lo más alto, porque es el mejor. Y lo volvió a demostrar ayer con jugadas que te hacen levantar del asiento.
Y es un tío humilde, de los de andar por casa. Que nunca dice una palabra mas alta que otra. Que no se mete con nadie. Que tiene un respeto admirable hacia sus adversarios, por muy enemigo que sea de ellos tanto fuera como dentro de la pista. El no lo reconoce, pero los chavales de hoy en día ya no quieren ser otro más que Nadal, Rafael Nadal, el posiblemente maximo exponente de la furia que caracteriza este pais. Nunca se da por vencido, y sus resultados se lo agradecen. Como nosotros.
Detrás de el, tanto en las clasificaciones como en juego, vienen otros tenistas. El decaido Federer, que atisba una cierta recuperacion durante el torneo; Djokovic, sorprendentemente eliminado en octavos de final; Murray, que a mí sinceramente me parece uno de los mejores tenistas del momento... Y muchos más. Tsonga y Monfils tienen sus momentos; como Robredo o Ferrer... Berdych y Roddick se han quedado en proyectos de buenos tenistas...
Ninguno como Nadal, que él solito ha hecho gritar a uno de los deportes más silenciosos del mundo: el tenis. Antes lo odiaba; ahora me encanta.
¿Por Nadal? Puede ser...
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